lunes, 7 de mayo de 2007

[Crónica] Mejor un taco de sesos...¡que volármelos!

Los tendederos de mi barrio
¡No te asomes! Le digo a Julieta mientras me respondo a mi mismo en el pensamiento: pero ¿como chingados no quieres que se asome?

El balcón blanco da al oriente, justo el conglomerado de casas que bajan desde el cerro, en las tardes soleadas puedo salir a quemarme las pestañas un rato.

A pesar de se una zona común, es de mis lugares favoritos del depa, pues las escaleras de acceso a estos suben por en medio; a ambos lados de cada piso, están las puertas calladas y al centro ceden un generoso espacio al ocaso en el horizonte….bueno, al menos el mío en el 4º piso y siendo el ultimo edificio de un gran conjunto habitacional… ¡suertudo de mi!

Pero hoy es una tarde especial; hay carne asada. Justo enfrente del edificio, a mis anchas visuales, descansa el área verde, Pepita, la vecina de la planta baja se ha esmerado en tenerla arreglada, ella y otros optimistas de la buena vida al aire libre, en especial sus amigas, también sus hijos y amigos corren por ahí con ese dejo típico de los adolescentes. Ellas, son las que justo ahora pisotean entre gritos y risas ese periódico en llamas que se les salió de control; también entre guitarrazos que se alternan de Santa Ana y los Beatles; los ceceos alocados y alegres de las cebollas en el asador siempre compitiendo con las de la preponderante carne…ah! ¡Las cebollas!, jugando, provocando a los bisteces en jugosa querella, y todos en rededor de ellos; lo saben. la fiesta que preparan para los comensales: de color. Los nopalitos reteazados que se decoran junto a la salsa roja, ¿será de habanero o de guajillo?, o ¡quizá chipotle!; esas papas… ¡amigueras con madre!, con todos se llevan. El chorizo que ya se unió al griterío del asador, el aguacate que disfruta y seduce hasta cuando se lo parte en esas suaves rodajitas y que decir del guacamole y, como no, el que no puede faltar, el señor limón. Regordete canijo color marciano, adorado de todos…hay hay hay, ¡que festín!

Pepita y su clan de divertidos, hasta sus vestiduras hablan entre si del espíritu campirano imperante aquí, entre mi gente, mi México; que rico ese olor que llega hasta mi 4º piso mientras me divierto como niño mirando tanta vida, escuchando el barullo y las súbitas carcajadas, la vida simple de la gente, volteo arriba y veo la puesta del sol que aun me asola furioso de contento, entre él y yo se esconden mil historias debajo de las azoteas de mi gente, historias de alegría y de amor, de desamor y sufrimiento, pero mas que nada historias de vida; si si, de vida; ¿de que habla este wey? Pues de esa alegría latina, de ese carisma que nos lleva por todo el barrio y sale por todo el mundo armando desmadre, ese calor que no deja que se enfríen nuestras ganas a pesar de la pinche situación del país. Los jodidos no queremos estarlo, y los que no lo están se pegan un tiro… ¡pinche vida! Qué pasa con el mundo, ¿de veras tan weyes están los primer mundistas como para tenerlo todo y abrirse sus pálidos e insípidos sesos con una pequeñita bala? ¡Pos que pinches burros! Si eso significa no estar jodido, prefiero seguir así, levantándome a chingarle pa’ nomás no ver nada, comiendo frijoles con tortillas ¡pa’ verme contento como perro de pueblo!, bueno, como los que se ven contentos quiero decir, ¡porque hay cada asustadizo huesudo que bueno!

No como esos pinches animales importados igual de mamones que sus dueños. Prefiero seguir saliéndome a mi balcón blanco a sentarme a ver los muchos colores de las azoteas y su macizo desorden social… ¡no se les ve forma de ni madres!, tinacos, cables de luz, de teléfono y otras cosas, esporádicos destellos de pedacería de vidrio en los bordes de los muros (¡quesque pa’ que no se vuelen las cosas!) y hábiles gatos flacos. "Diablitos" mal hechos, tenis colgando de ellos, y mil tendederos y sus ropas de mil colores, sus pinzas que bailan mi son latino con el viento, que les da vueltas y las mueve sabroso…solo mi tierra latina, y mi sol que fogoso que no se cansa. ¡Hay sol quémame por que soy mestizo, pero no me olvides como a esos canijos güeritos del norte!, pero bien pal norte, tanto te extrañan que se mueren nomás de tristes.

Hay mucho que hacer en mi barrio, pero prefiero vivir por eso, y no pegarme un tiro por desidia…quienes entonces son los güevones? México no, mi México no.

¡Eh vecina!, ¡écheme un taco de chicharrón que se ve rechulo!

autor: Julio Tamez

Posted and edited by Evelyn Villarreal

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