martes, 24 de abril de 2007

El Guerrillero Heroico [Noches de Tlatelolco]

Es sin duda un fenómeno digno de apreciación, el del estandarte contemporáneo en que el Che se ha vuelto. En lo personal me parece terriblemente indignante que hoy por hoy se le tenga por una imagen sinónima de la rebeldía, atropello y confusión propias de la juventud; de una juventud que poco sabe de él, que no comprende su iconografía y menos el poder de su brazo libertario, tal como expresará Carlos Puebla en su canción. La de Guevara, es una historia de libertad ideal, no de revolución convulsa.

En su momento, los integrantes del movimiento de 68 abrazaron su figura por la gran potencia que representaba, la nostalgia de su aniversario luctuoso y sin duda, por el hecho de ser su héroe (Kalimán descansaba en páginas enmohecidas).

Al CNH, no le importó que las ideas del argentino poco tuvieran que ver con las propias (salvo por las mejoras educativas), de igual forma lo volvieron embajador de la causa, dando pie a futuras y ultrajantes incongruencias, permitiendo que desde ya, cualquier “greñudo” mariguano tuviera derecho a enarbolar tan noble personaje como santo patrono.

Pero acudamos al inicio de todo, por cultura general y por homenaje a su autor. Corría el 5 de marzo de 1960 en la ciudad de la Habana. Por la tarde, se había realizado un acto público para el duelo de las victimas del sabotaje de la embarcación francesa “La Coubre”. Ernesto “Che” Guevara de la Serna apareció unos momentos en la tarima para dirigir unas palabras, fue justo el instante en que el genio Alberto Díaz, mejor conocido como Korda (creo su mote a partir de la predilección por los productos de la marca Kodak), dirigió la lente de 90 milímetros hacia el Comandante, hizo unos 3 disparos y capturó la que sería una de las fotografías más famosas del mundo contemporáneo. La imagen resultó el facsímile del alma de Ernesto: misterio, coraje y ensoñación. Korda conservó la fotografía y en 1967 con motivo de la muerte del revolucionario en territorio boliviano, obsequió su magna obra al editor italiano Feltrinelli, mismo que la difundiría globalmente, adjudicándose la fama, gloria y fortuna legitimas de Korda. La verdad aguardaría hasta el 25 de mayo de 2001, momento en que el autor, en una entrevista, revelaría la injusticia cometida, para finalmente morir pocos días después.

Consternado, dedico el presente a Alberto Díaz “Korda”; y, rabioso, denuncio la ligereza con que se usa la que fue su mayor contribución a la cultura moderna.

“CONSTERNADOS, RABIOSOS…”
Mario Benedetti, Montevideo, octubre de 1967


Referencias:

Biografía Alberto Díaz Korda
http://www.patriagrande.net/cuba/alberto.korda/index.html

http://www.patriagrande.net/cuba/alberto.korda/foto.htm




Diego "Api" Bustamante Gil

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